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¿En qué idioma sueñan los migrantes?

COLUMNA: «SACUDIDOS POR LAS TEMPESTADES»

Hace algunas semanas, cuando contaba a mi hermano lo que había soñado la noche anterior, él me preguntó en qué idioma había soñado.

Ya no recuerdo el sueño, e incluso había olvidado la pregunta, hasta que la recordé hoy cerca a las 7:30 de la mañana, exactamente al girar trotando de la calle Dacosta hacia Pangborn (con sus nombres entrelazados sobre una señal de STOP).

Dos segundos en que surgió del subconsciente, o de donde sea que esperen agazapadas las ideas que también sueñan con volverse palabra escrita, dándome así el tema para esta columna inaugural (gracias a Downey Latino por la confianza).

La palabra “sueño” nos remite a dos ideas distintas, la del sueño como ambición o meta a alcanzar, y la del sueño como simple actividad onírica que se da cuando dormimos. Creo que ambas acepciones son importantes para el migrante.

La primera lo motiva a buscar el llamado “sueño americano”, y la segunda le sirve como vía de escape de la dura realidad que implica la búsqueda del éxito ambicionado.

Estudios científicos sostienen que las personas que hablan más de un idioma sueñan en uno u otro dependiendo de dónde se encuentren. Eso sugeriría que el idioma de los sueños es el que se habla en las horas de vigilia.

Por otra parte, en una encuesta realizada sobre este tema, algunos respondieron que soñaban en el idioma del país en que vivían, mientras otros aseguraron soñar siempre en su lengua materna.

Para no dejar sin respuesta a mi hermano, le diría que tal vez mis sueños están hechos sobre todo de sensaciones, ideas e impulsos, sin palabras.

Creo que mis sueños son como películas mudas (pero a colores). Estaré atento, para descubrir el idioma que se habla en sus diálogos, si estos llegan a aparecer.

Hace casi medio siglo, el compositor Chava Flores nos traía su canción ¿A qué le tiras cuando sueñas mexicano? que en mis recuerdos tiene siempre la voz de Amparo Ochoa, y parece retratar bastante bien la propensión a soñar que tenemos los latinos.

Pero no para evadir la realidad, sino más bien para hacerla soportable, para quitarle esa fatalidad con que suele vestirse. Eso parece estar en la sangre latina, y se muestra en su baile, en su humor, incluso en su literatura (¿no es acaso el realismo mágico una forma de jugar con la realidad sin llegar a negarla o ignorarla?).

No sé si para los latinos migrantes esa propensión al sueño sea mayor, acaso sí, por cierta necesidad de compensar frustraciones inherentes a toda migración.

Soñar no solo es bueno, es necesario. Soñar una realidad mejor, que es una manera de crearla.

Y al dormir, soñar que realizamos lo que el avaro día a día aún nos niega.

Soñemos, entonces. No importa en qué idioma.

Luis Álvaro Vásquez

[email protected]

Un comentario

  1. Juan Jorge Nallar Zamorano Juan Jorge Nallar Zamorano julio 31, 2020

    Me llamo Juan Jorge Nallar Zamorano, nacido en Bolivia .
    He vivido durante 25 años en varios países de Europa, en Sudáfrica y Estados Unidos.
    18 años de este tiempo pase en Alemania, sobre todo en la región de Baviera.
    Durante estos años estudié cervecería, me casé, tuve cuatro hijos y puedo asegurar que soñaba pensaba y vivía en alemán .
    Más aún, para ser exacto, les diría que en bávaro.
    Muy grande es el amor que le tengo a Baviera.
    Es mucho más que mi segunda patria!!!
    Me considero afortunado de haber vivido en un pedazo del cielo.
    Las más grandes y mejores amistades, el amor de mi vida y una dichosa e increíble juventud, le debo a mi Alemania del alma.
    Vivo hace 9 años nuevamente en Bolivia y si tengo un sueño bonito ,seguramente es en bávaro!!!

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